Resumen
Hea Woo es una de las cien personas que cruza cada mes la frontera con China escapando de un país donde te arrestan por rezar o por tener una Biblia
A Hea Woo le costó creer que su marido había muerto como cristiano. No lo era cuando, huyó a China. Allí se bautizó, pero lo arrestaron y devolvieron a Corea. Murió 6 meses después en prisión. Sus excompañeros buscaron a Hea Woo para contarle cómo su marido había dado testimonio de su fe.
Pronto, ella siguió sus pasos: huyó a China, descubrió el cristianismo y se bautizó. Visitó España para participar en el Encuentro Nacional de Puertas Abiertas, una entidad evangélica que ayuda a los cristianos perseguidos
Entre otras cosas
Myoung Hee procedía de una familia cristiana. Aún recuerda el día que su padre llegó a casa, pálido. Ese día descubrió que la familia era cristiana, y que su tío había sido ejecutado por ello. Por miedo, muchos creyentes norcoreanos ocultan la fe incluso a sus hijos.
Hee no quiso saber nada de la religión de sus padres. Pero, con el tiempo, empezó a darse cuenta de que la vida fuera de Corea era muy diferente, a su alrededor cada vez desaparecía más gente, así que decidió abandonar su país y cruzar a nado el río Yalu hacia China.
Líder en persecución
Cada mes, casi un centenar de personas cruza esa frontera. Huyen de un país donde, “se han cometido y se están cometiendo violaciones sistemáticas, generalizadas y graves de los derechos humanos”.
“Creo que el nivel de opresión, control, lavado de cerebro y aislamiento de Corea del Norte no se ha alcanzado en ningún otro lugar del mundo”, afirma a Alfa y Omega Johannes Klausa, director nacional de Ayuda a la Iglesia Necesitada de Corea del Sur.
Toda la sociedad está organizada en torno al sistema songbun, que clasifica a los ciudadanos en función de su lealtad al régimen, eso determina su acceso a la vivienda, la educación o la alimentación. Cualquier hostilidad es castigada con la muerte, en ejecuciones públicas, o con el internamiento en campos de concentración, donde hay al menos 100.000 presos.
Corea del Norte está abonada a los primeros puestos de países que persiguen al cristianismo. Según la ONU, en el país puede haber entre 200.000 y 400.000 cristianos clandestinos.
Pyongyang –según la ONU en 2014– ve en los cristianos “una amenaza particularmente grave” porque la Iglesia es un lugar de interacción ajeno al Estado y su fe cuestiona el culto a la dinastía gobernante, que comenzó Kim Il-sung en 1948, siguió su hijo Kim Jong-il (1994-2011) y ha llegado hasta su nieto, Kim Jong-un, actual líder supremo. En todo el país hay 30.000 estatuas y retratos gigantes de ellos, y es obligatorio rendirles culto en cada hogar.
Sin embargo, “en la era de los teléfonos inteligentes e internet, el flujo de información es más difícil de controlar, especialmente en las zonas fronterizas, y empieza a filtrarse algo de información. Así, el número de refugiados aumenta”.
“Como si no fuéramos humanos”
Una vez en China, la vida de los huidos no es fácil. En este país viven entre 200.000 y 300.000 norcoreanos. Este país no los reconoce como solicitantes de asilo, y los trata como inmigrantes ilegales. En cualquier momento corren el riesgo de ser arrestados por policías chinos o por agentes norcoreanos que campan a sus anchas en la región noreste. Son devueltos a su país, y allí ejecutados -una de las causas es el hecho de confesar el haber tenido contacto con cristianos– o recluidos.
Es el destino que corrió el marido de Hea Woo, y unos años después ella misma. Estando en China fue detenida y devuelta a Corea. Pasó diez meses en la cárcel, donde sufrió torturas.
“Empecé a dudar de Dios. Entonces oí una fuerte voz: “¡Mi querida hija, estás caminando sobre el agua!”. Fue Él quien me mantuvo con vida”
De prisión fue enviada varios años a un campo de trabajo. Allí “cada día era una tortura”: trabajos forzosos, reeducación ideológica, y unas pocas cucharadas de arroz al día como alimento.
La deportación no es la única amenaza. Como muchos otros compatriotas, Myoung Hee cayó en manos de una mafia. “Fui vendida como esposa a un agricultor chino. No era tan malo como la mayoría. Tuve un hijo con él”. Fue afortunada. Su destino bien pudo haber sido el tráfico de órganos o una red de prostitución.
Un día, descubrió que su suegra era cristiana evangélica. Empezó a ir con ella a sus reuniones clandestinas, se convirtió y decidió volver a Corea para compartir la noticia de su conversión con su familia.
Pero fue detenida al cruzar la frontera. Su destino fue un campo de reeducación. “Nos trataban como si no fuéramos humanos. Renuncié a la vida. Pero algo se agitaba en mi corazón. Era Dios. Estaba conmigo y no quería que tirase la toalla”.
Pudo escapar cuando fue trasladada a una prisión con menos seguridad. Después de visitar a su familia, volvió a huir a China para reencontrarse con su marido. Esta vez, toda su familia pudo trasladarse a Corea del Sur.
También Hea Woo vive en la actualidad en este país, que da asilo a unos 25.000 refugiados.
MI OPINION
Pienso que Corea del Norte realmente se está pasando con sus políticas herméticas y agobiantes.
Para empezar en la constitución coreana se estipula que hay libre culto pero eso no se manifiesta por ningún lado, tal vez hay libre culto... de adorar a su líder supremo. No entiendo por qué no se les permites a los pobladores creer en lo que quieran, el humano es libre de pensar y elegir en qué va a creer y en que no, pero en estos casos no es negociable ya que o adoras al líder supremo o terminas fusilada o en un campo de concentración, y eso de no ser libre de creer, tener fe, y hasta pensar lo que se quiera es una violación grave a los desechos humanos, aunque esa es otra historia ya que con respecto a violaciones a los derechos humanos, Corea del Norte tiene una larga lista, entre campos de concentración, amenaza y la creencias de que si alguien comete un crimen la pena la pagan los hijos y los nietos, 3 generaciones más abajo y eso es incorrecto en todas las maneras posibles. Además también es gracioso como el líder supremo si tiene derecho a cosas cotidianas como el internet, la luz o los autos pero los ciudadanos casi ni saben de la existencia de estas cosas, algo bastante egoísta considerando que el líder supremo actual de Corea del Norte estudió en el extranjero, pero que actualmente ningún ciudadano tiene derecho a salir de este país.
Esta historias son grandes ejemplos de lo que llega a hacer un ser humano por libertad y por profesar su fe, nadie debería sentir miedo por creer en algo y menos en Dios, la fe no se pierde.